“En cada grupo de investigación de primer nivel del mundo hay argentinos. Y tener vinculada esa red de embajadores en centros internacionales de prestigio nos facilita mucho la cooperación internacional, porque se generan proyectos binacionales, puestos para científicos, intercambios de alumnos… Hay 14 argentinos en la NASA, y todos con interés en vincularse con el país, en contribuir, en devolver a la universidad pública…” dijo Águeda Menvielle, quien conoce como nadie y seguramente quién más ha trabajado en el campo de la internacionalización de la ciencia argentina.
Ella es bahiense –aunque está radicada en Buenos Aires- y se graduó de ingeniera agrónoma de la UNS, donde fue profesora de Economía Agraria y Secretaria del Consejo Superior Universitario. Su trabajo en el campo de la cooperación internacional de la ciencia le valió reconocimientos de numerosos países: la Gran Insignia de Honor al Mérito de Austria, la Cruz del Comendador de la Orden del Mérito de Alemania; la Ordine della Stella Della Solidarietá italiana, la Orden de las Palmas Académicas del gobierno de Francia y la Orden de Isabel la Católica de España, entre otros
Actualmente es Subsecretaria de Políticas de Cooperación Internacional del Ministerio de Educación y su trabajo fue fundamental en proyectos de cooperación internacional. Recientemente fue reconocida por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación por promover el programa “Raíces”, gracias al que retornaron al país más de un millar de científicos.
“Entre 2003 y hasta que dejé el cargo en mayo de 2016 fueron 1299 regresos. Retornaban especialistas de primer nivel porque les financiábamos sus proyectos, ingresaban a la Carrera del Investigador Científico del CONICET y también podían impartir clases en universidades. De los programas que desarrolló el MinCyT fue el que más visibilidad y valor simbólico tuvo”, agregó entrevistada por Radio Universidad.
“Este reconocimiento me llenó de emoción porque es la Nación argentina la que distingue el trabajo que he realizado por la ciencia de este país”, valoró.
“Yo me siento ‘la mamá’ del programa Raíces. En ese momento el ministro Daniel Filmus la hizo suya y la apoyo política y financieramente, hasta que se convirtió en ley y en política de Estado”, valoró.
Según relató, los científicos emigraron por distintas cuestiones a lo largo de la historia: “por persecución política en el ´66, por falta de estudios de posgrado en el país, por razones económicas ya que tenían sueldos muy bajos, pero en definitiva hubo una emigración importante, tenemos registrados entre 5 y 6 mil científicos en el exterior”. Además, explicó que “la capacidad de trabajo y de resolución de problemas de los argentinos es reconocida en todo el mundo, y por eso tienen maña para hacer cosas que a científicos de países más desarrollados ni se les ocurriría”.
“Raíces no es sólo un programa de repatriación, sino también de revinculación con los científicos que están en el exterior, y en tercer lugar orientado a generar condiciones en el país para que no se vayan más. Sin ciencia no hay desarrollo, todos los países desarrollados apoyan la inversión en ciencia –porque es una inversión, no un gasto- porque entienden que eso hace a la calidad de vida de sus habitantes. La pandemia fue el mejor ejemplo: Argentina pudo producir tests, vacunas, métodos de análisis… no se puede tener desarrollo sin tener ciencia, eso lo tienen que entender todos los políticos”, concluyó.