Sergio Sepetich, Piloto aeronaval, habló con Primero Bahía en un nuevo aniversario de la Aviación Naval.
«Es un día de mucha emoción para todos los que integramos esta linda tripulación, a esta hora ya estábamos planificando y viendo como hacer los acercamientos y ver las posiciones, nos llena de mucho orgullo haber llegado al final con éxito», comenzó diciendo Sepetich.
Además dijo que «Era antiguo pero su equipamiento era muy real, era lo que necesitábamos, estaban bien mantenidos, incluso el radar, pero funcionaban, con ciertas limitaciones pero funcionaban bien, nuestro salvamento era la tecnología. Era un avión muy grande que podía llegar hasta 14 horas de vuelo. En ese momento el radar, no permitía saber, teníamos tres contactos que indicaban que eran buques, uno lo llamábamos grandes por el tamaño y los otros dos medianos, para nosotros era esa clasificación muy común porque hacíamos ese trabajo desde hace muchos años, una vez que lo localizábamos, el radar lo usábamos muy poco porque con el radar era como decir acá estoy, y trabajábamos mucho con otro equipo para escuchar las frecuencias del enemigo y nos permitió identificar una fragata».
«Independientemente de una operación aeronaval, la satisfacción es que no fue algo improvisado, veníamos trabajando desde hace mucho tiempo atrás, cuando volvíamos de esta misión, nos mirábamos y decíamos que no nos imaginábamos de estar en una situación así, pero la satisfacción de que el trabajo que hicimos era el adecuado porque sabíamos lo que estábamos haciendo», continúo el piloto Sepetich.
También indicó que «se hizo un trabajo coordinado de la tripulación, lo que hacíamos era aproximarnos a baja altura, de manera tal de llegar lo más cerca posible sin ser detectados. Una vez que teníamos el contacto, cambiábamos el rumbo para disfrazarnos y volver a las cuestiones de seguridad de que no nos vean ellos. Estábamos a 30 metros del agua en las partes más cercanas, siempre para que no nos vea el radar».
Para cerrar dijo que «estábamos enmarcados en la tarea y las comunicaciones internas y en contacto con la autoridad de control, les pasábamos la información y son quienes nos dieron la orden de permanecer en la zona y periódicamente nos alertaron del despegue de otros aviones. La noche anterior teníamos una reunión para saber quienes iban a atacar y demás. Tomamos comunicación mínimas e imprescindibles, pasábamos la posición, nos dieron el ok y no hablamos más nada para no mostrarnos. Ya una vez que ocurrió y tomamos los tiempos, emprendíamos el regreso y cuando pasó el tiempo y tomamos altura nuevamente, lo único que nos dijeron fue lanzamiento exitoso, cuando aterrizamos fue muy emocionante, porque estaba lleno de gente, con compañeros nuestros, mecánicos y demás».