Hubo un fuerte aumento de ventas a través del mercado oficial de cambios, que superaron ampliamente a las compras en el primer bimestre.
La percepción sobre la mayor venta de dólares por parte del público en el arranque del año se confirmó a partir de los datos oficiales del mercado cambiario difundidos por el Banco Central. En enero y febrero hubo un total de 405.000 personas que vendieron dólares al tipo de cambio oficial, mientras que 233.000 compraron.
El dato fue aportado por el economista Santiago Bulat, socio de la consultora Inveq, quien además agregó: “Que haya más venta de dólares billete que compra solo pasó en el 17% del tiempo de los últimos 21 años”.
La información del BCRA refleja que la venta de “canutos”, es decir, pequeñas tenencias de dólares, fue muy amplia en la primera parte del año. Ese fenómeno, que se mantuvo claramente hasta este mes, está relacionado con la necesidad de mucha gente de vender dólares para hacer frente a sus gastos cotidianos.
La elevada inflación de 25% en diciembre y más de 20% en enero hizo estragos en los salarios, lo que llevó a muchos a usar dólares guardados en el “colchón”. La venta a través del mercado oficial también fue gatillada por la reducción de la brecha cambiaria, que resta incentivo a la hora de aprovechar la cotización de los distintos tipos de cambio financieros.
La estadística no revela lo sucedido en el mercado MEP ni con el dólar libre. Pero la baja de las cotizaciones también es una evidencia de la mayor oferta tanto del público y de las empresas.
Sacar la plata del colchón se transformó casi en un “leit motiv” para el Gobierno, como lo explicitó el propio Javier Milei durante su última disertación en un foro empresario. Sin embargo, el Presidente no se refería a la necesidad de las familias de desahorrar en un contexto de crisis, sino a algo distinto: se apunta a que el proceso de monetización de la economía se produzca con dólares que tienen ya sea las familias o las empresas.
Milei, al igual que el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo”, indicaron que la decisión es mantener constante la cantidad de dinero. Incluso llevarlo a un extremo, en el que el Central no solo no emitiría para financiar al Tesoro, sino tampoco para pagar pasivos remunerados o para otorgar redescuentos a los bancos.
Esto implica que a diferencia de experiencias, el incremento de la cantidad de dinero no vendría dada por la expansión monetaria a cargo del Banco Central, sino que los fondos deberán provenir de otras fuentes: desahorro, inversiones, financiamiento o exportaciones, entre las más importantes.
Este enfoque apunta a secar todavía más la circulación de pesos, que ya hoy está lejos de acompañar la evolución de la inflación. Este fenómeno podría volverse todavía más notable cuando empiece la recuperación económica, sin que el Central la acompañe con mayor emisión.
Esta es la estrategia que maneja el Gobierno para encarar la salida del cepo. Por un lado, seguir acumulando reservas en el Banco Central, pero al mismo tiempo restringir al máximo la circulación de pesos para evitar futuros episodios de corridas cambiarias.
La estabilidad de los distintos tipos de cambio y la desaceleración de la inflación es consecuencia claramente del estricto control de los agregados monetarios que viene llevando adelante el Gobierno.
La discusión de ayer entre distintos foros de economistas era si esta enfoque ayudará a la recuperación económica o hará el proceso mucho más lento, ya que no es fácil tomar la decisión de empezar a utilizar dólares tanto para consumir como para invertir.