Sin acuerdo con el FMI a la vista, el Gobierno administra la escasez y reafirma su hoja de ruta.
El Gobierno puso en pausa la negociación de un nuevo programa con el Fondo Monetario Internacional (FMI) porque no hay acuerdo en el timing de la liberación del cepo cambiario, sin intervenciones, que propone el organismo.
Es por eso que el ministro de Economía, Luis Caputo, aceleró en Washington su plan para asegurar el pago de los vencimientos de deuda en 2025, conseguir una baja más sustancial del índice de riesgo país que permita volver a los mercados y seguir con su hoja de ruta para levantar los controles de capital de forma gradual.
No hay intención de precipitar sobresaltos que pongan en riesgo la desaceleración de la inflación de cara a un año electoral. Es el principal activo político que mantiene Javier Milei.
La principal duda de los inversores está puesta en los pagos de deuda del 2025, en particular, los que caen con bonistas privados en enero y julio y los intereses con el FMI. Son, en total, casi USD 10.000 millones y USD 3.100 millones, en cada caso.
La intención de Caputo es que quede claro que están disponibles las herramientas de refinanciamiento que permitirán no utilizar parte de las escasas reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA) que heredó la presidencia de Milei y que en el saldo neto se encuentra en USD 6.000 millones negativos, según estimaciones privadas.
El presidente del BCRA, Santiago Bausili, define por estas horas un REPO a casi tres años para cancelar el capital de enero, unos USD 2.700 millones, mientras que los intereses por USD 1.800 millones ya fueron depositados en la cuenta del Bank Of New York.
La agencia Bloomberg informó que son parte de la negociación el Banco Santander y el JP Morgan. No está claro aún si la garantía que pondrá la entidad serán Bopreales o si se utilizarán las reservas de oro ni cuál será la tasa.
En las últimas semanas hubo conversaciones con entidades como Citi, Bank of America y Morgan Stanley, entre otros, que todavía siguen en curso. “Es un mecanismo de administración de reservas, evaluamos todo”, según lo definen en el Gobierno.
En julio del año que viene caen otros casi USD 5.000 millones (USD 1.800 en intereses y USD 2.700 millones de capital). Caputo avisó en la última semana que espera cubrir con el superávit fiscal el interés y, si las tasas lo permiten, salir al mercado para conseguir un rollover del vencimiento. La opción de otro REPO también está sobre la mesa.
La posibilidad de conseguir condiciones de acceso a financiamiento a través de los mercados de deuda estará determinada por el nivel del índice de riesgo país. El indicador finalizó la semana en 967 puntos básicos, el nivel más bajo desde la previa de las PASO de 2019 en la que venció Alberto Fernández a Mauricio Macri.
En el Ministerio de Economía consideran que con el sostenimiento del superávit fiscal y las señales de que el país cumplirá con sus compromisos esa tendencia solo se puede profundizar en los próximos meses. “Los bonos tienen que saltar arriba de los USD 70 o derrumbarse, pero eso último no es lo que estamos viendo”, comentan.
Un banquero que participó de los encuentros con el equipo económico en Washington validó esa visión y comentó que la Argentina debería bajar el Riesgo País a niveles de 600 o 700 puntos para obtener una tasa por debajo del 10% anual. “Eso solo sería un piso”, afirmó.
Hay un antecedente que pone la meta aún más lejos. La última vez que la Argentina accedió a los mercados fue el 4 de enero de 2018 cuando Caputo era ministro de Finanzas, antes de la crisis macroeconómica que terminó en el acuerdo por USD 44.000 millones con el FMI. Ese día colocó USD 9.000 millones a 5, 10 y 30 años con tasas de 4,6% a 6,95% anual. “Las más bajas de la historia”, repetían en aquel Gobierno. En ese momento el índice de riesgo país era de 354 puntos básicos.
Swap con China
Mientras tanto, se barajan otras opciones. Una de ellas es conseguir fondos vía el swap con China, que podría habilitar USD 5.000 millones para afrontar los vencimientos o los pagos de importaciones.
La herramienta fue inaugurada por el ex ministro de Economía, Sergio Massa, quien canceló pagos a importadores, bonistas y al propio FMI. Ese mismo monto vencía este año y fue refinanciado por el Banco Popular de China, permitiendo al BCRA no quedarse sin esas divisas.
Las conversaciones con el gigante asiático son constantes y el presidente Milei recientemente lanzó un guiño al plantear que “no piden nada a cambio”, una vuelta considerable tras las fuertes críticas que había lanzado al régimen comunista. El equipo económico evalúa todas las acciones que se puedan requerir ante “contingencias”.
Otro de los puntos que sostiene el veranito financiero es que el BCRA continúa con la compra de reservas gracias a los préstamos en dólares pos blanqueo (USD 800 millones en un mes) y por las emisiones de ON corporativas (USD 2.400 millones en dos meses).
La brecha cambiaria entre el oficial y los financieros se mantiene por debajo del 20%, por lo que se disiparon las expectativas del mercado sobre un salto abrupto del tipo de cambio. El Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) es otra de las apuestas oficiales.
En el Gobierno sostienen que trabajan con la premisa de que el FMI no abrirá la mano para otorgar fondos frescos. Ese fue el saldo que dejaron las reuniones que mantuvo Caputo con Kristalina Georgieva y su equipo.
El organismo pide una unificación rápida del mercado de cambios y que las divisas otorgadas no se destinen para intervenir en la brecha. La visión oficial es que una eventual victoria de Donald Trump permitiría condiciones más laxas para el país, en línea con lo que sucedió en tiempos de Mauricio Macri.
De todos modos, la intención del ministro Caputo es liberar gradualmente el cepo para testear cuál es la respuesta de los mercados “a medida que haya menos pesos”.
Las medidas en estudio pueden venir por el lado de los dólares financieros, algún guiño para minoristas y la posible eliminación del dólar blend, que permitió ofertas en el CCL por más USD 15.000 millones, pero a costa de sacrificar ese ingreso al BCRA. La compresión de la brecha jugaría a favor y un mejor ingreso a las reservas permitiría poder de fuego discrecional.