El socio mayor del Mercosur y principal cliente comercial de nuestro país perdió en los últimos 3 meses de 2024 más de USD 42.000 millones de reservas y entró en un círculo vicioso que impulsa una deuda pública que ya duplica el PBI argentino.
La situación económica en Brasil, que un reciente informe de la consultora Abeceb consideró el riesgo más importante para la economía argentina en 2025, no tiene salida a la vista. Se trata de una crisis fiscal y de confianza cuyo alcance es difícil de predecir pero que, según advierte un estudio de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), “tiene gran impacto para nuestro país y para el mercado de granos en general”.
El real fue la moneda que más se depreció (27,4%) respecto al dólar durante 2024, proceso que se aceleró sobre el final del año con una corrida contras las voluminosas reservas –por cierto voluminosas- del Banco Central de Brasil, que en el último trimestre de 2024 vendió 42.316 millones de dólares (33.000 millones solo en el último mes) para evitar una devaluación aún mayor.
“Este debilitamiento del real aumenta la competitividad de los productos de Brasil con relación a los de los demás países y es de particular importancia para la agroindustria. Brasil es el mayor exportador de soja y el segundo mayor de maíz y espera una cosecha récord para este año. En este contexto, un real depreciado tiende a reducir el peso de los costos para los productores brasileños y aumenta la disposición a vender los granos por precios en moneda local más altos, lo que pone presión sobre las cotizaciones internacionales”, dice la investigación de la bolsa rosarina, firmada por los economistas Julio Calzada, Blas Rozadilla, Matías Contardi y Bruno Ferrari.
Entre las causas de la devaluación los autores citan la desaceleración de las principales economías del mundo, incluidas las de EEUU y China, país con el que Brasil mantiene un fuerte superávit comercial.
Materias primas
“Eso hizo prever un estancamiento de la demanda de materias primas, presionando sobre los precios de los commodities, que finalizaron 2024 con importantes bajas. Para Brasil, cuyas principales exportaciones son productos primarios, esto impactó directamente en el saldo de la balanza comercial y en la recaudación fiscal, dificultando las metas de reducción del déficit”,, explica el trabajo.
En la primera mitad del año también pesó la mora de la Fed (Banco Central) de EEUU en iniciar la baja de tasas de interés; el primer recorte, de solo 25 puntos básicos, fue en septiembre. Ya en junio el real se había devaluado significativamente. Así, en la segunda mitad del año se aceleró la inflación, en el contexto de una economía brasileña recalentada, bajo desempleo y crecientes dudas sobre la trayectoria de la deuda pública y la capacidad y decisión del gobierno para equilibrar las cuentas.
“Las principales dudas se concentran en las nuevas reglas de definición de las metas de gasto y déficit público”, dice el informe, que describe el circulo vicioso entre inflación, aumentos de la tasa Selic y aumento de los intereses sobre la deuda, algo similar a lo que la Argentina vivió durante el gobierno de Alberto Fernández y se hizo crítico en 2022 y 2023.
Además, subraya la bolsa rosarina, “otra tensión política que pesa en esta dinámica es la salida de la presidencia del Banco Central de Roberto Campos Neto tras la finalización de su mandato. Campos Neto había empezado su mandato en la mitad del mandato del gobierno de Jair Bolsonaro y ahora es el turno del designado por Lula da Silva, Gabriel Galípolo, que inició su mandato con la llegada de 2025 “y genera expectativas de políticas más laxas, que pueden estar en contra de lo pretendido por el mercado”.
Desconfianza
En este enrevesado contexto fiscal y político, el reciente salto del dólar se dio tras el anuncio del ministro de Economía, Fernando Haddad, de un paquete de medidas de contención del gasto que no convenció a los mercados y, peor aún, al modificar el mínimo no imponible del impuesto a los ingresos, aumentó las dudas sobre el compromiso y capacidad del gobierno para controlar el gasto y la dinámica de la deuda pública.
La parte más contundente del estudio de la BCR desmenuza, precisamente, el marco fiscal que –dice- “mantiene una gran inconsistencia al tener un importante grupo de partidas que fueron definidas para crecer por encima de los límites estipulados para el gasto total”. En ese marco, prosigue, “el fortalecimiento internacional del dólar se complotó con las débiles cuentas nacionales brasileras, que en noviembre de 2024 exhibieron el déficit fiscal más importante en lo que del siglo, dejando de lado el año de la pandemia”. De allí las dudas del mercado sobre la capacidad o intención del gobierno llevó a los operadores a apostar contra el real.
Deterioro fiscal
El estudio describe cómo el gobierno de Lula descuidó las cuentas fiscales y fue agigantando el problema. “Luego de la pandemia, las cuentas públicas brasileras tendieron a equilibrarse por lo menos en cuanto al cumplimiento de sus obligaciones operativas, dejando el resultado primario en superávit durante los dos años siguientes al 2020. Sin embargo, rápidamente en 2023 los gastos operativos volvieron a ubicarse por encima de los ingresos estatales, dinámica que se intensificó durante 2024. El aumento del gasto público del gobierno central fue del 12% en términos reales, el crecimiento interanual más importante desde 2010 sin contemplar el año de la pandemia”.
Si bien el sistema previsional explica el 42% del gasto total del gobierno central, el problema no estuvo allí, sino en “otros gastos”, que incluyen beneficios sociales, subsidios, educación, compensaciones legales e inversión en desarrollo regional, “que en conjunto crecieron 30% anual y explican el 44% del aumento del gasto en 2024″.
Un caso especial es el de Bolsa Familia, un programa de apoyo a familias en situación de pobreza o extrema pobreza sancionado en 2004 y que de 2021 a 2024, abarcando los dos últimos años de Bolsonaro y los dos primeros de Lula, se sextuplicó. Esto es, aumentó un 500 por ciento. “El estrepitoso aumento de las erogaciones del gobierno central ha venido a financiarse con la colocación de deuda soberana, que en noviembre del 2024 alcanzó un stock de 7,2 billones (millones de millones) de reales, equivalente a 1,3 billones de dólares” (cerca del doble del PBI de la Argentina), explica el estudio.
“Dicho stock de deuda hoy genera una importante carga en las cuentas nacionales, debido a lo gravoso de los pagos de intereses”, subrayan los autores, y precisan que según los últimos datos oficiales, “el déficit consolidado hacia noviembre del 2024 fue de 9,5% del PBI”, de los cuales el 83% se debe al pago de intereses de la deuda y de estos un 90% son obligaciones del gobierno central.
El estudio aclara que casi la totalidad de la deuda pública brasileña es con acreedores locales y no sufre un descalce directo de monedas entre ingresos y obligaciones, por lo que “a priori, una devaluación del real no afectaría (directamente) el stock de deuda”. Pero, advierte, “la composición de la deuda financiera según su parámetro de indexación sí esconde un mecanismo que resulta adverso entre expectativas devaluatorias, inflacionarias y nivel de deuda”.
Ahí aflora un problema similar al que hasta la primera mitad de 2024 atormentó al BCRA: el crecimiento de los llamados “pasivos remunerados” (primero Lebacs, luego Leliqs y Pases).
“El 43% de la deuda emitida –precisa la investigación- está atada a la tasa de referencia Selic. Un incremento en dicha tasa incrementaría el peso del pago de los intereses sobre el total de la deuda, profundizando el agujero fiscal e intensificando las apuestas en contra del real y convalidando una depreciación mayor”.
La circularidad de la ecuación, prosigue, se completa con el objetivo de metas de inflación del Banco Central de Brasil (BCB), que utiliza la Selic como principal instrumento de política monetaria. En su última reunión del año, el BCB, frente a las elevadas proyecciones de inflación resolvió aumentar en 100 puntos básicos la tasa de referencia. Con expectativas de tres nuevos aumentos en la primera parte del año, se estima que alcance niveles del 15% en mayo de este 2025″.
Por cierto, las reservas internacionales del BCB son aún abultadas, unos USD 329 700 millones, según datos preliminares a diciembre, pero este es el segundo nivel más bajo de reservas desde 2010 debido, entre otras causas, “al peor diciembre de la historia”, con fuertes intervenciones para evitar una devaluación aún mayor del real y en el contexto del mayor déficit en la cuenta corriente del balance de pagos de los últimos años.
Así las cosas, dice la BCR, “Brasil se configura como un país que depende fuertemente del ingreso de capitales vía cuenta capital o financiera para poder mantener la estabilidad macroeconómica de largo plazo. Por el lado de la cuenta capital, en los últimos años se viene incrementando un proceso de desinversión en activos no financieros/no producidos. La cuenta financiera continúa sosteniendo el balance en general, principalmente por un gran ingreso de dólares por Inversión Extranjera Directa, una gran fortaleza de Brasil”.