Carlos Azpiroz Costa, arzobispo de la Arquidiócesis de Bahía Blanca, habló con Primero Bahía sobre el fallecimiento del Papa Francisco.
«Siempre significa que hay una oportunidad de poner de nuevo en el corazón a quienes hemos conocido, empezamos a hablar bien de aquel que ya no está, quizás no lo aprovechamos mucho cuando estaba pero siempre hay posibilidad de recomponer las cosas. Yo conocí a Jorge Bergoglio, cuando él era ovispo de Buenos Aires, cuando vino a buscarme con su ponchito, era el ovispo que venía hasta el convento a hacerme alguna pregunta y luego cuando yo estaba en Roma, siempre me recibió con mucha amabilidad, cariño y sencillez, ya después siendo Papa él me nombro para ser Arzobispo en Bahía Blanca», comenzó contando Azpiroz Costa.
Además refirió que «como buen porteño siempre el chascarrillo, el chiste corto, no burlándose, para reirse con alguien. Pienso que con los Papas sucede como las carreras de relevo, uno lleva el testimonio y lo llevará hasta donde el otro pueda. Toda reforma en la iglesia, cuando se habla de los procesos civiles, como un juicio, se dice que una de las características es la presunción de instancia, y en la iglesia eso es notable, uno puede tener un Papa de diferentes nacionalidades pero lo que se hizo bien no se cambia, Francisco ha querido seguir las decisiones del Vaticano y que tenían que ser puestas en prácticas y lo ha puesto sobre el tapete de la manera más profunda y con seriedad».
«Es muy difícil ponerse en la cabeza o en el corazón de Francisco como con cualquier persona, en 2017 hubo una chance de que venga, pero había elecciones en Chile, el problema de Argentina es que tiene procesos electivos durante dos años, y el Papa nunca va cuando hay un proceso de elecciones. También la prensa fue muy dura con Francisco, el Papa siempre ha estado sobre las partes y en Argentina se ha bastardeado mucho la palabra política, cada acción de un Papa tiene una faceta polítca, el tema es que la hemos bastardeado como si fuera una mala palabra», consideró el Arzobispo de Bahía Blanca.
Para cerrar dijo que «no hay que llorar miserias, sino darnos cuenta de lo que hemos hecho para cambiar. Los Papas miran el futuro con mayor distancia, vamos a seguir rumiando en el corazón estas cosas y va a seguir siendo grande, cuando uno piensa en una dimensión más amplia que el propio ombligo. Siempre Francisco nos trató como uno más y con una memoria impresionante y única».