En medio de una enorme expectativa mundial, el Vaticano se convertirá una vez más en el centro de todas las miradas: con la participación de 133 cardenales reunidos en la Capilla Sixtina, este miércoles a las 11.30 (hora argentina) comenzará el cónclave para elegir al nuevo Papa de la Iglesia Católica, sucesor de Francisco.
De acuerdo con el cronograma oficial difundido por la Santa Sede, a las 15 se celebrará la misa «Pro Eligiendo Pontífice» y luego arrancará el proceso para la primera votación, una vez concluidos los nueve días de luto oficial por la muerte del papa argentino.
Para el cónclave se reforzó el secretismo: se desactivaron cámaras, se blindaron los accesos y todo el personal ajeno al proceso debió jurar absoluta discreción. Los cardenales solo saldrán de allí cuando se alcance la mayoría necesaria para designar al nuevo jefe de la Iglesia católica.
Todos los cardenales se alojan en la Casa Santa Marta, donde ya tienen asignadas sus habitaciones, y podrán desplazarse a la Capilla Sixtina como deseen, incluso a pie, pero siempre por una ruta protegida.
El resultado del cónclave se anunciará mediante el humo que se eleva desde la chimenea del lugar: negro si no hubo acuerdo; blanco si el mundo católico ya tiene nuevo Papa.
El cardenal Dominique Mamberti, quien ocupa el rol de protodiácono del Colegio Cardenalicio, será el encargado de anunciar ante los fieles reunidos en la Plaza de San pedro la elección del nuevo pontífice con el tradicional «Habemus papam».
Las horas previas
Durante esta semana, los purpurados participaron de congregaciones generales que les permitieron intercambiar visiones antes de las votaciones.
Se trata de un cónclave rodeado por una firme disputa entre dos líneas internas bien definidas. La lucha, esbozada en las congregaciones generales de los cardenales celebradas en los últimos días, se centra entre la continuidad del legado de Jorge Bergoglio o en una ruptura a ese perfil progresista con el regreso a una visión conservadora.
En esas asambleas cardenalicias previas, los purpurados delinearon el modelo y la agenda futura de la Iglesia. En esa síntesis, consensuada en las deliberaciones preliminares, se enmarcará la personalidad del nuevo papa que saldrá de este cónclave que muchos vaticinan breve.
¿Será un reformista o un tradicionalista? O simplemente una figura de síntesis, moderada, una tercera opción que moldee las notorias aspiraciones de ambos bandos. La Iglesia necesita brindar un mensaje de unidad, con una elección rápida, evitando extensas deliberaciones. Muchos se animan a afirmar que solo durará dos días.
Los ojos de casi 1400 millones de católicos están fijos en el Vaticano. Todo puede suceder en este cónclave. Varios nombres se barajaron en los últimos días como “papables”, tanto de un lado como del otro, pero nadie puede asegurar quién ocupará el trono de Pedro y se convertirá en el papa 267 de la historia.
La lista de favoritos es extensa: los italianos Matteo Zuppi, Pietro Parolin y Pierbattista Pizzaballa; los estadounidense Robert Prevost y Timothy Dolan; el húngaro Peter Erdo; el francés Jean-Marc Aveline, el guineano Robert Sarah, el filipino Luis Antonio Tagle y el neerlandés Willem Eijk, entre muchísimos otros.
Pero los favoritos suelen serlo hasta que se cierra la puerta de la Capilla Sixtina. “Quien entra como papa, sale como cardenal”, sostiene un viejo refrán repetido en el Vaticano