El ex presidente apuró el acuerdo con el libertario y quebró la coalición que creó en 2015.
En los hechos fue un portazo tan fuerte que provocó casi un derrumbe. El apresurado pacto de Acassuso entre Mauricio Macri y Javier Milei provocó un escándalo político y una convulsión política en el campo opositor que podría tener el efecto contrario al buscado: impedir el triunfo de Sergio Massa en la segunda vuelta.
Desde la noche misma del domingo y hasta la reunión furtiva y secreta en la casa del ex presidente, todo presagiaba que se iba a dar lo inevitable: que Macri y Patricia Bullrich terminaría apoyando a Milei para el balotaje del 19 de noviembre. Lo que no estaba en las previsiones es que el apuro por confirmarlo empujaría a la coalición a la ruptura. Todo terminó en un escándalo político de proporciones.
¿Fue deliberado o un error de cálculo? ¿Macri no imaginaba que ese movimiento desataría una rebelión interna? ¿O quiso precipitar lo que ya era una separación de hecho del radicalismo y de la Coalición Cïvica de Elisa Carrió, a quienes siempre culpó por los desaciertos de su gobierno? ¿Pudo más su proverbial inquina contra Massa o estimó que debía acelerar el respaldo a Milei para enviar a una señal inequívoca a sus votantes?
La UCR en bloque, los gobernadores -en ejercicio y electos-, el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, Elisa Carrió de la Coalición Cívica y hasta su primo, Jorge Macri, tomaron distancia del apresurado pacto sellado en la residencia de Acassuso. Ante la opción de votar a favor de Milei, de Massa, en blanco o ser neutrales, el ex presidente jugó a fondo y apoyó al libertario.
A la mañana, y después de una tensión reunión con los caciques del PRO, la fórmula fallida de Bullrich y Luis Petri -que quedó tercera en las elecciones, con 24% y a 13 puntos del ganador- anunció el apoyo a Milei y provocó un terremoto en la coalición electoral que el mismo ex presidente supo construir en 2015 para vencer al peronismo y conquistar, en simultáneo, el gobierno nacional y el bonaerense.
Si Milei planteó en el discurso del domingo a la noche, después de la derrota, que venía a ponerle “la tapa al ataúd del kirchnerismo”, en los hechos lo hizo con Juntos por el Cambio.
“Nos encontramos ante el dilema de cambio o de continuidad mafiosa. La mayoría eligió un cambio, nosotros lo representamos y no podemos ser neutrales. No negociamos el cambio que la Argentina necesita”, argumentó Bullrich cuando anunció el pacto en conferencia de prensa. “Hoy creemos que hay que unir fuerzas para un objetivo superior. Como dijo San Martín, ‘cuando la Patria está en peligro todo está permitido, excepto no defenderla’, dijo la ex candidata.
Pero lo que más irritó a la dirigencia opositora fue una frase que, lejos de surgir de la improvisación fue parte de la declaración formal: “No venimos en representación de nuestros partidos sino en la representación de haber tenido el apoyo hacia nuestra fórmula de 6,2 millones de argentinos que nos acompañaron”.