La Vicepresidenta no defraudó a quienes esperaban un marcado tono de campaña.
Las figuras de Juan Domingo Perón y de Diego Maradona en la previa del Mundial. Rock nacional en vivo, cumbia, y Live is Life. Papelitos plateados en el aire, fuegos artificiales y la conducción de dos influencers K. La Cámpora usó, esta noche, en el Estadio Único de La Plata, todos los condimentos posibles para levantar el espíritu del público. Con la diferencia de que la figura principal, esta vez, no era un cantante, o una banda, sino la jefa de su espacio político. “Toca Cristina”, decían algunos militantes, ayer por la tarde. Y así fue. Durante una hora, como única oradora frente a un atril, Cristina Kirchner “cantó” un extenso discurso, donde jugó con los tonos, entre el enojo y la emoción, y repartió una serie de mensajes cifrados y ambiguos destinados, principalmente, a la dirigencia propia.
No definió, como esperaban los seguidores más ilusionados, si será candidata a la presidencia el año que viene. Pero dejó en claro que planea jugar en 2023, desde un rol aún no develado. Como mínimo, planea ser la principal armadora. Y de máxima, pelear por el premio mayor, el sillón de Rivadavia. “Fue, definitivamente, un lanzamiento presidencial”, dijo un esperanzado importante dirigente kirchnerista mientras se dirigía a la salida, al final de la efusiva ceremonia por el Día de la Militancia. “Hoy es ridículo hablar de eso. Creo que ni ella debe saberlo”, contrapuso, minutos después, un referente de peso, alineado con el albertismo, cuando se abría paso entre la transpirada militancia que dejaba el lugar.
Más allá de las interpretaciones, Cristina Kirchner se mostró feliz ante la recepción que había armado su hijo, Máximo, uno de las figuras preeminentes de la jornada, junto a los soldados de su espacio que se especializan en comunicación y eventos, y que probablemente estén a cargo de la campaña K el año que viene. “Dios mío, también los extrañaba a ustedes”, les dijo, visiblemente conmovida, a los -aproximadamente- 40 mil presentes. Fue su primera reacción ante la repetición del verso “Cristina Presidenta”, que desde hace semanas es moneda corriente en los actos políticos de su fuerza y que ayer fue repetido hasta el cansancio.
En ningún momento los desalentó, pero les pidió paciencia: “Como decía el general, todo en su medida y armoniosamente”, lanzó, con una sugerente media sonrisa. Aunque más adelante despistó: “Cuando permitieron su retorno al país, Perón no quería ser presidente. El mundo estaba demasiado convulsionado. Lo trajimos demasiado tarde”.
La escuchaban, desde el sector “vip”, justo frente al escenario, unos 2000 dirigentes, principalmente intendentes, ministros -Eduardo Wado de Pedro, Fernanda Raverta, Luana Volnovich-, y diputados kirchneristas, como Leopoldo Moreau. Brillaron por su ausencia los gobernadores -con excepción del anfitrión, el bonaerense Axel Kicillof, probable candidato a la reelección-; y los referentes “gordos” de la CGT, cercanos a la Casa Rosada.
Hubo cierta representación del “albertismo”, en las figuras de los ministros de Obra Pública, Gabriel Katopodis, y de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, así como dirigentes sociales “moderados”, como Daniel Menéndez, líder de Barrios de Pie. Y si bien la primera plana del Movimiento Evita que conduce Emilio Pérsico no estuvo, asistieron representantes de la organización en el ámbito legislativo, como el diputado Leonardo Grosso.
Vestida de blanco, el tono que suele elegir para sus apariciones públicas más rutilantes, disparó una serie de dardos hacia los objetivos de siempre. Arremetió contra el presidente Alberto Fernández, que se encuentra en pleno regreso de su gira por Francia e Indonesia, por el manejo de la economía (aunque no lo nombró y cuidó las formas); contra su ministro de Seguridad y uno de los funcionarios más cercanos a la Casa Rosada, Aníbal Fernández; contra el Poder Judicial, al que comparó con el “partido militar” y acusó de desestabilizador del orden democrático; y contra el macrismo, principalmente por el endeudamiento con el FMI. Pero esta vez no solo se enfocó en criticar a sus oponentes internos y de la oposición, sino en plantear un proyecto y una mirada hacia el futuro.
Desde La Cámpora habían adelantado, en los días previos al acto de ayer, que el kirchnerismo había decidido, como estrategia para los meses previos al cierre de listas, empezar a “contar qué modelo de país” quiere desarrollar a mediano y largo plazo. A su modo, eso fue lo que hizo la Vicepresidenta. Por ejemplo, cuando abordó, contra todo pronóstico, uno de los temas del tope de la lista de problemas más acuciantes para los ciudadanos, que también es uno de los más incómodos para el kirchnerismo: el de la inseguridad. Lo vinculó con el pedido que viene repitiendo, pero que está muy lejos de concretarse, sobre la necesidad de un “acuerdo democrático”. En esta ocasión “por la vida de los argentinos”.
“Es un tema complejo, que hoy sufre el conjunto de la sociedad argentina. Hay que terminar con los debates absurdos, porque la democracia tiene una deuda en materia de seguridad de la vida de los vecinos y vecinas, de los habitantes. Ningún partido político lo ha podido solucionar. Terminemos con el debate berreta de los mano dura y por un lado y los garantistas por el otro”, dijo.
También reivindicó su propia gestión, con una enumeración metódica sobre datos que suele repetir: niveles de endeudamiento, salarios en dólares, cantidad de computadoras entregadas, entre otros. Con la diferencia de que, esta vez, habló también del futuro: “Vamos a discutir, en serio, un modelo sustentable, económica y política y socialmente. Va a ser necesario que lo hagamos. Porque esta década de la post-pandemia viene difícil. Viene fulera, muy fulera”, auguró.
En el mismo sentido se refirió a “la necesidad de un Estado fuerte, que vuelva a terciar en la distribución del ingreso”, y retomó la línea que había trazado el sábado pasado su hijo en Entre Ríos, en contraposición a Juntos por el Cambio: “Muchachos, acá, lo único nuevo somos y fuimos nosotros, con ese 22 por ciento de votos de quien fuera mi compañero de vida que se cargó el país al hombro”, lanzó, con la voz entrecortada, en alusión a Néstor Kirchner.
Al final, inclusive amplió la proyección al espectro internacional, al listar los recursos del país para enfrentar “los graves problemas geopolíticos” del mundo, aunque evitó mencionar la guerra que inició su admirado Vladimir Putin con Ucrania. “Hay disputas que están por fuera de nuestas posibilidades de intervenir. Pero, por lo menos, fortalezcámonos para defener los recursos, en litio, la hidrovía, Vaca Muerta, el agua. Necesitamos una dirigencia política compenetrada con los problemas que tiene el mundo, para encararlos y resolverlos”, dijo, sobre el final. No hizo falta que aclarara que ella planea ser parte de esa dirigencia, sea como candidata a senadora o a Presidenta, o como dueña de la lapicera.