Beatriz Stella, Jefa de Enfermería del Hospital Privado del Sur estuvo presente en Primero Bahía para hablar del Día Nacional de la Enfermería.
«En febrero voy a cumplir 30 años, entré a trabajar en el hospital mientras estaba estudiando. Estaba estudiando Magisterio e hice una misión en el norte y sabía que quería trabajar en ayudar a la gente y ahí decidí arrancar enfermería. Arranqué en la escuela de Enfermería con Blanca Sovisch, y como alumna avanzada, nos convocó a un grupo auxiliar de la profesión y con el paso del tiempo fuimos contratados formalmente», comenzó diciendo Stella.
Además, destacó que «la profesión de enfermería ha ido ocupando lugares donde antes no se la veía, esto ha hecho que tengamos mayor reconocimiento y también el tema de la formación, años atrás había muchos profesionales empíricos, algunos que entraron como mucamas y después la pasaron a enfermeras y se fueron formando con lo cotidiano, pero ya ahora eso no se da, cuando llegó la UNS con la carrera de Enfermería y después la Licenciatura profesionalizó todo».
«Ayer hablábamos de la vocación y muchas veces estamos en el inicio de la vida y en otras oportunidades en el final. Hace 21 años que contrato el personal de enfermería y en la entrevista les pregunto porque estudiaron enfermería y su respuesta me determina la calidad y en muchos casos es porque tuvieron a un familiar y vieron cómo los cuidaban, porque quieren ayudar a otros. Sin tener vocación de servicio no es posible llevar adelante esta profesión», admitió la Jefa de Enfermería.
También señaló que «Los servicios menos complejos, trabajan 8 horas, donde no hay pacientes críticos, los de los servicios críticos trabajan 6 horas, nos vamos turnando y eso hace que enfermería tenga horarios rotativos, el no dormir es verdad, somos un equipo con los médicos también y ese reconocimiento lo tenemos. Trabajé una época corta en el hospital Naval, y después trabajé en docencia, soy trabajadora social también, siempre enfermería tiene la posibilidad del pluriempleo».
«La pandemia fue una situación difícil, no me sentí sola en lo laboral, pero me tocó trabajar mucho en equipo, tenía que velar por la seguridad de los trabajadores, de los pacientes y de la mia y de mis familiares. Fueron días de mucho estrés, me sentaba en el auto y lloraba, porque no quería llegar con eso a mi casa. Creo que para todos los colegas, cada paciente es distinto, la que más nos marca es aquella persona por la que intentamos todo sabiendo que no tiene muchas chances de salir adelante, y los que si las tienen y cuando se van de alta nos alegramos mucho. Muchas veces las familias vuelven y nos agradecen, también fue difícil tener que seguir siendo profesional cuando nos toca de cerca con algún familiar», admitió Bea.
Para cerrar dijo que «somos 110 enfermeras, después cada servicio tiene su jefatura y después de eso está el resto del personal. Nosotros tenemos un Hospital Escuela y nos pasó que con una estudiante que quería ver un parto, y cuando arrancó se desmayó, pero no es algo que vemos muy seguido, los años que trabajé en terapia intensiva vi muchas cosas».


