Néstor De La Iglesia, Periodista, estuvo presente en Primero Bahía para hablar del Día Mundial de la Televisión.
«Antes las cosas eran distintas, el trabajo era más artesanal, hoy salís de exteriores con un celular, antes tenías que ir con un camión para salir al aire. Yo no se si me miraban porque era bueno o porque no había otra cosa, pero hablando en serio, la gente me saluda siempre. Yo soy de Punta Alta, cuando arranqué a estudiar me mudé a Bahía, me puse a trabajar por eso entré en periodismo, en LU2, y en el 72 arranqué en el canal con tres micros antes del informativo», comenzó contando De La Iglesia.
Además destacó que «cuando me quise acordar estaba conduciendo el noticiero de la noche, que lo hice por más de 40 años. Por muchos años trabajé en mis dos profesiones, entre la Ingeniería y el Periodismo. Me dejó muchos amigos y conocidos, el reconocimiento cálido de la gente, genuino que te hace sentir bien, que no estás pasando por la vida como si nada, sino dejando algo».
«Nosotros queríamos hablar por radio, ya en la escuela me gustaba hacer las presentaciones, el diario escolar y demás. Me enteré que había un concurso de locutor en LU2, me anoté, tenía el número 199, me tomaron examen, yo quedé para informativo, el último examen lo hice el 29 de mayo de 1970, una fecha muy significativa para el país. El 1 de junio de 1970 comencé a trabajar, me mandaron a la madrugada, lo que me hicieron atrasarme en la carrera y me recibí en el año 76», dijo Néstor.
Contó además que siempre le gustó más la radio, «te hace imaginar, acompaña a la gente, por eso para mi el audio jamás va a ser reemplazado porque siempre va a ser una compañía. Lilian fue la primera notera si no me equivoco de cuando una mujer estaba integrada al equipo, después Fabiana Ungaro también, hubo muy buenas periodistas».
«Yo tuve como compañeras a Fabiana y Andrea. Yo rendí el carnet de locutor y me tomó el examen el papá de Juan Alberto Badía. La profesión me ha dejado grandes amigos y compañeros, el reconocimiento de los colegas, el poder ayudar a la gente desde nuestro lugar, nos mantienen vivos y nos permite sentirnos útil», concluyó.

