Belén contó que fue abandonada de chica y que la crio una familia muy humilde con la que salía a cartonear y a pedir pan de ayer en las panaderías.
Este martes tuvo lugar la segunda jornada de audiciones de Masterchef, en las que los participantes presentan su mejor receta con la intención de que el jurado compuesto por Damián Betular, Donato De Santis y Germán Martitegui les entregue el delantal blanco para entrar a esta nueva edición del reality. Y, en medio de las degustaciones, se dio una situación muy especial que hizo que todos terminaran con un nudo en la garganta.
Todo comenzó con la presentación de Belén, una joven de 31 años con cuatro hijos, que anunció que iba a hacer un pollito al verdeo. “Quería estudiar cocina pero dejé por los niños. Hago cuadros, también hago campañas, un poquito de todo…”, dijo la participante. Y después explicó el por qué de su pasión por la gastronomía: “Pasé mucha hambre de chica y creo que viene por ahí el tema de que me guste la cocina. A mí me abandonaron, me dejaron en una plaza y me agarró una familia. Vivíamos en un barrio muy precario, en una casilla. Y éramos cartoneros, o pedíamos pan de ayer en las panaderías…O sea, pasé hambre realmente. Y creo que, desde el deseo de comer y tener comida, es que me gusta y disfruto de la cocina. ¡Amo comer!”
Cuando finalmente la muchacha presentó su plato, no pudo contener las lágrimas de los nervios. “Soy muy sensible”, se justificó. Donato probó un bocado y, aunque le dijo que había mucho para mejorar, le dio un “sí”. Betular, en cambio, se puso estricto y le dio un “no”. A su turno, Martitegui, mostró su costado más humano. “Yo no voy a hablar del plato. A mí me parece que vos te merecés esta oportunidad. Y me parece que nosotros nos merecemos esta oportunidad de tenerte cerca un rato y enseñarte a cocinar. Así que te voy a dar un sí y un delantal”, dijo el chef con los ojos empañados.
La joven salió a los saltos al encuentro de la conductora del ciclo, Wanda Nara. “Me voy chocha”, dijo al despedirse de los cocineros, que le dieron la bienvenida al programa. Y, ya frente a la esposa de Mauro Icardi, reconoció: “Me lloré todo porque me encanta”. Y le dedicó este primer logro a sus hijos y a su marido, que la esperaba en la tribuna.
Pero ella no fue la única en intentar llevarse su delantal para pasar a la siguiente instancia. Estefanía, de 34 años, de Buenos Aires, anunció que iba a preparar una causa limeña, que un plato peruano, y logró entrar al programa. En tanto Guillermo, de 35 años, abogado, logró sorprender a la conductora con sus tatuajes pero no convenció al jurado con su brochette.
Rodrigo, bioquímico de Córdoba que trabaja en un hospital, preparó peras pochadas en vino y rellenas con queso cremoso. “Te quisiste destacar porque cocineros hay muchos y pasteleros hay pocos”, dijo Betular. Pero los tres chefs coincidieron en darle un “sí”. De igual forma, Candelaria, que trabaja en el servicio penitenciario brindándole “seguridad a los detenidos para que no escapen y para que no les pase nada”, presentó un puré de zapallo rústico, sobre una salsa de tinte de calamar, con calamaretis arriba y obtuvo su delantal.
Por su parte, Martín de Los Ángeles, Califormia, quien se radicó en la Argentina porque según dijo la noche porteña lo atrapó, preparó unas berenjenas crunch, para no llamarlas milanesas, arriba de una salsa putanesca. Pero se quedó con las ganas de seguir en el programa. Malena, que hizo brownie con nueces decorado con dulce de leche y frutas, en cambio, recibió un sí del jurado. Al igual que Emilio, un abogado que preparó un cordero marroquí. Pero Sandra, de Pablo Nogués, hizo una tarta gallega a la que le faltó cocción.
Gabriela, en tanto, cocinó albóndigas con puré con la receta de su abuela. La mujer oriunda de Córdoba, de 44 años, que se desempeña como empleada doméstica, protagonizó otro de los momentos emotivos de la noche. Luego de contar que hace cosas dulces para vender los fines de semana, reconoció que fue su hija mayor la que la convenció de entrar al programa, ya que la embargó la tristeza desde que perdió a una hija, María Lucía. “Con ella se fue toda mi felicidad y toda mi alegría. Ella se llevó gran parte de mi alma y necesito recuperarla”, contó emocionada. Y su preparación con sabor a hogar le valió el sí y el abrazo de los tres jurados.
Juan Ignacio, de 30 años, se animó a preparar pasta y se llevó el delantal. Rodolfo, periodista y escritor mexicano, hizo una sopa crema de lote (maíz) y también fue aprobado por los especialistas. Martín, quien elaboró una entraña rellena con panceta ahumada, también obtuvo un “sí”. Natan, un albañil que hizo un matambre a la fugazzetta, no tuvo la misma suerte. Tampoco fueron aceptadas Yamila, de Avellaneda, que hizo capelettinis, ni Fiama con su mini budín de banana.
A su turno, María Sol, de Córdoba, hizo un escabeche de conejo que no dejó lugar a dudas al jurado y pasó de ronda. Lo mismo pasó con Agustín, médico de 44 años, que presentó una pavlova salada. En cambio Sebastián , que había prometido que si Argentina salía campeón del mundo se anotaba en un programa de cocina, deberá esperar al próximo mundial con su teriyaki.
Edmundo tampoco logró su delantal con un plato de los alemanes con puré de manzana, crema de papa y morcillas salteadas. Fiama, una joven de Rosario de 26 años que se hizo influencer mostrando su vida después de que su hija fuera diagnosticada con parálisis cerebral, impactó a todos con un Key lime pie y quedó seleccionada. Juan Francisco, profesor de educación física y guardavidas, hizo un risotto de brócoli con langostinos que no convenció pero le valió un “sí”. Y Andrés, que señaló que ama la cocina y la pesca, no pudo pasar a la siguiente etapa con el besugo rosado que preparó.
De los 24 seleccionados en las primeras dos jornadas, quedarán solo 16 y esto se definirá en los próximos tres días. Entonces sí, comenzará la competencia tal y cómo el reality la tiene estipulada.