El monegasco pide mejoras en el auto.
Si bien se corrieron solo dos de las 23 fechas pautadas para la presente temporada de la Fórmula 1, en Ferrari los tiempos son otros. El reloj corre más rápido y la presión se siente más fuerte. Se trata del único equipo que estuvo desde el primer campeonato de la Máxima en 1950. El más ganador y es uno de los equipos deportivos (de cualquier disciplina) que más fanáticos tienen en el planeta. El arranque no fue el esperado ante la renovación por el nuevo jefe, Frederic Vasseur, y un auto, la SF-23, que se esperaba que estuviese más adelante. En este contexto, una crítica interna puede encender la mecha y eso pasó en la previa al Gran Premio de Australia, cuarto evento del año.
Los jueves de F1 son los días favoritos para los medios ya que al no haber actividad en pista aprovechan a conseguir testimonios. A las ruedas de prensa organizadas por la Federación Internacional del Automóvil (FIA), en las que un grupo de pilotos debe asistir de forma obligatoria, se suman las que arman los equipos en sus sectores corporativos y en la Scuderia, Charles Leclerc se encargó de abrir otra polémica.
Al ser consultado por sus expectativas, el piloto monegasco sostuvo: “Estamos totalmente motivados para volver, sabemos en qué debemos trabajar, pero no creo que haya ningún milagro este fin de semana. Luego tendremos que usar el descanso de la mejor manera para traer mejoras lo más rápido posible”.
Leclerc está en un punto de ebullición. Su paciencia comienza a agotarse pese a que aún tiene contrato hasta la próxima temporada con el team italiano. Es que el piloto de 25 años cada vez ve más lejos su sueño de ser campeón mundial. Luego de la segunda carrera pidió una reunión con el presidente de Ferrari, John Elkann, nieto de Gianni Agnelli, el fundador de Fiat, cuyo grupo empresario compró parte de las acciones de la Scuderia en 1969 y ahora es su dueño. Cuatro días más tarde de esa reunión, David Sánchez, ingeniero jefe en lo relacionado con los conceptos de los autos, presentó su renuncia.
Desde la salida de Sebastian Vettel en 2021, Leclerc quedó como la punta de la lanza del equipo. Si bien delante de las cámaras y ante los micrófonos en su momento tanto Mattia Binotto (ex jefe) como Vasseur negaron que hubiese piloto número uno o piloto número dos, el monegasco está un paso adelante del español.
La Rossa ocupa el cuarto puesto en el Campeonato Mundial de Constructores y tanto Leclerc como su compañero Carlos Sainz no pudieron conseguir un podio. A diferencia del arranque de 2022 en el que Charles ganó dos de las tres primeras carreras y pareció ser el resurgimiento de Ferrari, luego Red Bull y Max Verstappen aplastaron y el neerlandés se llevó su bicampeonato. No obstante la Scuderia terminó segunda.
Pero ahora se vieron superados por Mercedes y el sorprendente Aston Martin, que con los dos podios iniciales de Fernando Alonso puso a la escuadra británica entre los primeros del certamen de Constructores.
Sin embargo, el clima parece diferente para Sainz que bajó la tensión y pidió “paciencia”: “Tenemos que tener paciencia porque poseemos los medios para mejorar. Hay que encontrar el punto medio entre perder dos décimas en la clasificación y ocho en la carrera. Sabemos dónde está el problema y lo que tenemos que hacer. Tenemos un plan a medio plazo y una dirección clara a seguir para mejorar”, aseguró el español.
En las dos primeras competencias las máquinas rojas tuvieron problemas con la degradación de los neumáticos. Esto por la falta de carga aerodinámica del auto, que son los aditamentos y el diseño que le permite tener menos resistencia al avance y ser más rápidos. También tuvieron problemas de confiabilidad y Leclerc desertó en la primera fecha por fallas mecánicas. Para apagar el incendio se tomaron decisiones imprevistas como el reemplazo de un elemento electrónico luego de la primera carrera que demandó una penalización de diez posiciones a Leclerc para la grilla de partida de la segunda carrera en Arabia Saudita.
Hace 15 años que Ferrari no gana un Campeonato de Pilotos, desde que lo obtuvo Kimi Räikkönen en 2007. En 2008 logró su último certamen de Constructores. De no mediar un drástico salto de calidad, el panorama a largo plazo llevaría a su segunda peor sequía de la historia luego de los 21 años sin coronas de Conductores, entre 1979 y 2000, cuando Michael Schumacher le devolvió la alegría a los de Maranello.
El nuevo reglamento de 2026 con los cambios de motores pasó a ser la gran carta para Ferrari. Serán casi dos décadas de aquella consagración de Räikkönen. El tiempo a su ex jefe, Binotto, se le terminó y renunció. Su reemplazante, Vasseur, aún no mostró señales concretas de cambios y Leclerc fue claro al respecto. Todas estas aristas elevan el clima de tensión interna de Ferrari.
Este fin de semana en el circuito urbano en el Albert Park de Melbourne, el buen recuerdo de la victoria del año pasado es el único aliciente para Leclerc, que según sus propias palabras, solo un milagro podría permitirle repetir su triunfo en el Gran Premio de Australia.