El Board del Fondo debatirá la limitación de los intereses extras que pagan los países que tomaron créditos por encima de su aportes como estados socios, una anomalía financiera que le cuesta al país mil millones de dólares al año.
Durante el cónclave que Kristalina Georgieva mantuvo con Alberto Fernández en el hotel Meliá de Bali, la directora gerente prometió al Presidente que el board del Fondo Monetario Internacional (FMI) trataría antes de fin de año la eventual reducción de los sobrecargos que se cobran a los países que recibieron créditos por encima de sus aportes como estados socios.
Georgieva cumplió con su palabra y hoy el board debate esa iniciativa de la Argentina que es rechazada sin contemplaciones por la Secretaria del Tesoro de los Estados Unidos y el Banco Central de la República Federal de Alemania. La resistencia del directorio del FMI es tan cerrada respecto a los sobrecargos que escondió el temario del conclave bajo un título críptico y burocrático: “Revisión de la Suficiencia de los Saldos Precautorios del Fondo”.
Mauricio Macri negoció un Stand-By por 45.000 millones de dólares con el FMI, y ese monto extraordinario implica que todos los años Argentina debe pagar un sobrecargo de 1.000 millones de dólares.
Ese interés extra fue descubierto por Martín Guzmán cuando inició las negociaciones de refinanciación de la deuda externa pública con una misión técnica que fue liderada por Julie Kozack, entonces vicedirectora del Fondo para América Latina, y Luis Cubeddu -jefe del FMI para la Argentina.
-No me cierran los números. ¿Por que hay un diferencia en los montos a pagar?-, le preguntó Guzmán a Kozack, en febrero de 2020.
-No estás tomando en cuenta los supercargos, por eso hay una diferencia en los montos-, contestó Kozack.
Esa anomalía financiera que estaba por afuera de los cálculos oficiales fue informada por Guzmán a Alberto Fernández, que decidió forzar su reducción a través de una campaña política que promovió en el G20 de Roma, la Asamblea General de las Naciones Unidas de 2021 y 2022, la Cumbre de las Américas, el G7 de Munich, sus visitas oficiales a Pedro Sánchez, Emmanuel Macron, Ángela Merkel y Giuseppe Conte, y el G20 de Bali.
Durante la negociación diplomática para redactar el comunicado oficial del G20 de Roma, Argentina exigió que apareciera la necesidad de reducir los sobrecargos que cobra el FMI. Estados Unidos, Alemania, Japón, Canadá y el Reino Unido aceptaron a regañadientes y se comprometieron a tratar este asunto en la última reunión del board de 2021.
El cónclave pasó entre las canciones navideñas y la nieve que cae en Washington. Y el gobierno volvió a insistir para que el asunto vuelva al board: Argentina no tiene intenciones de pagar todos los años 1.000 millones de dólares de sobrecargo, y exige una reforma a esa anomalía financiera que no se corresponde con un escenario global atravesado por las consecuencias económicas de la postpandemia y la guerra de Rusia contra Ucrania.
Alberto Fernández, Santiago Cafiero y Sergio Massa se encontraron con Georgieva y su staff en Bali para repasar la agenda común de la Argentina con el FMI. Y en este contexto, el ministro de Economía entregó a la directora gerente un dossier técnico que prueba la deformación financiera que implica cobrar sobrecargos a países medianos que se comprometieron a pagar créditos excesivos.
En ese dossier, Massa enlistó los porcentajes de intereses que se pagan en ciertos organismos internacionales de crédito:
“1. Tasa del FMI 6,66% = Tasa básica (1%) + Tasa de Referencia de los Países que forman la canasta de los DEGs (2,6%) + Sobrecargos (3%)
2. Tasa del BID 5,16% = Tasa de referencia (4,08%) + Márgen de Fondeo (0,18%) + Márgen del BID (0,90%)”.
Es decir, un prestamista de última instancia como el FMI, cobra una tasa más alta que un banco regional (BID) que tiene menor volumen en su arcas y en su influencia geopolítica.
Georgieva entiende la posición de Argentina respecto a los sobrecargos y se muestra a favor de su debate en el board del FMI. Sin embargo, la directora gerente del Fondo explicó a Alberto Fernández, Cafiero y Massa que la mejor estrategia es poner a Ucrania al frente del debate con los directores más remisos del Fondo Monetario Internacional.
La estrategia planteada por Georgieva tiene fundamentos geopolíticos y de comportamiento institucional: Ucrania está en guerra con Rusia y el crédito del FMI que reciba hacia adelante será por encima de su cuota anual como estado socio del Fondo. Es decir, como Argentina, deberá pagar sobrecargos. Pero a diferencia de la Argentina, Ucrania es un país considerado por Occidente y jamás incumplió un compromiso con el Fondo Monetario Internacional.
La perspectiva estratégica de la directora gerente tiene un problema estructural a mediano plazo. El board tratará hoy los sobrecargos, mientras que el caso de Ucrania será analizado una semana más tarde a través de un programa híbrido y novedoso (en ingles se llama “Program Monitoring with Board Involvement”)
Entonces, Argentina -representada en la silla del Board por Chile- no podrá usar este lunes la línea argumentativa propuesta por Georgieva. Otra vez estará sola en el escenario, aunque en la reserva de las conversaciones diplomática, la iniciativa que empujó Guzmán y que ahora continúa Massa como política de Estado, ya detentaría el 60 por ciento de adhesión de los directores del Board.
Una regla no escrita del FMI asegura que para poder achicar los sobrecargos es necesario tener al 70 por ciento del Board, un porcentaje parecido a una utopía porque se necesita -si o si- el apoyo político de la Secretaria del Tesoro y del Banco Central de Alemania, que durante este año representa al canciller Olaf Scholz en el directorio del Fondo.
Ni la Secretaría del Tesoro, ni el Banco Central de Alemania están de acuerdo en reducir el pago de sobrecargos. Cuando lo plantee Ucrania, lo verán. Y si lo propone Argentina, en principio, dirán que no.
La posición de Janet Yellen, secretaria del Tesoro, provocó una interna palaciega con influyentes miembros del Congreso de los Estados Unidos y con Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional de Joseph Biden. Sullivan coincide con la posición de la Argentina y comparte la estrategia de Georgieva respecto a usar como fronting a Ucrania al momento de proponer la reducción de los sobrecargos en el directorio del FMI.
Conclusión: el Board escuchará hoy la posición de la Argentina y se comprometerá a profundizar su análisis durante 2023. Con los sobrecargos se paga la burocracia -autos, pasajes, comidas, hoteles y sueldos-, y en DC nadie quiere perder un beneficio protocolar.
Hasta que aparezca Ucrania en escena. En ese momento, la geopolítica pesará más que un viático asignado por la nomenclatura administrativa del Fondo Monetario Internacional.